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miércoles, 20 de abril de 2011

Continuacion del cuento "Un tarambana casadero"



El ojo de la cerradura.

Habían pasado dos años desde que Adelita toco el piano para mi.
Asta que el síndrome de abstinencia se me hizo presente como las notas del tango
de un infaltable bandoneón, las ganas de casarme, bueno mas que ganas, era una
necesaria y urgente, muy urgente!!! necesidad de casarme.
Me dije ahora tengo pantalones nuevos!!!, bueno nuevos? nuevos no! mas bien sanos, los compre en una feria americana, pero con ellos y un par de zapatos
que también compre en la feria americana, me encamine hacia algunos lugares donde hubiese suficiente mujeres como para encontrar alguna que coincidiera con mi perfil y con mi gusto. Por razones obvias, que fuera de una edad cercana a la mía pero que tuviera muy exuberantes redondeces!, que fuera algo culta pero… lo suficientemente opa, para aceptar mis pretensiones, si fuera posible algo miope y no estaría mal que fuera de pocas palabras. Por lo demás podíamos llegar a entendernos. Pero donde encontrar una mujer con esas peculiares cualidades?
Preguntarle a Mama? Noo!!! Mama considera que yo soy demasiado exigente y así me iba a ser difícil encontrar a quien quisiera compartir mi lírica y bohemia vida.. Por eso me dirigí a esos boliches bailables, donde se baila casi en la oscuridad salvo esos minimos momentos en que esas luces relampaguean. Me dije; aquí es casi difícil que yo encuentre lo que busco, aunque creo que a mi en cambio podían encontrarme mas atractivo, esta reflexión fue a raíz de haber descubierto que un grupo de mujeres bailaban entre si. Entonces puse a prueba la agudeza de mi ojo y casi de inmediato sentí que la mirada de unos ojos oscuros posaban su mirada en los míos, En uno de esos relampagueo de las luces vi perfectamente un rostro casi femenino que se mordía el labio inferior, dándome a entender que yo le gustaba mucho, quise ver que importante eran sus curvas pero la música en ese momento me lo impidió, era el momento de los lentos, ella se abalanzo sobre mi y abrazándome con extraña ternura, comenzamos a bailar, ella pregunto mi nombre, después me dijo que se llamaba Jazmín, y cada vez me apretaba mas, con sospechosa ternura, Me dije, esta es mi noche por fin la encontré!!!. Yo traspiraba, ella suspiraba, Entonces casi sin palabras nos fuimos caminando a casa, yo no se por que me sentía enamorado y sin dudas muy deseado, ya al entrar me pidió pasar al taulet. Por supuesto contó con mi permiso. No pude evitar mi ansiosa curiosidad…quería ver bien esas curvas tan deseadas.
Y el ojo de la cerradura me invito a espiar …..y por espiar, vi que Jazmín orinaba de parado.


jose curia